Era
una céntrica calle de una ciudad cualquiera , pero con una diferencia , sobre
las otras demás calles, está en concreto era algo conflictiva , no era raro
que cada dos o tres días estuviese la policía haciendo redadas antidroga ,
había un extenso abanico de delincuentes.
Eran las seis menos diez de la mañana, cuando Pablo llegaba a casa otro día más, después
de otra larga y agotadora noche de trabajo, recogiendo con su compañero Pepe
todos los contenedores de basura de la ciudad, cada quince días les cambiaban el turno,
cuando llego a casa, en apenas 10 minutos se ducho y se metió en la cama,
enseguida se quedó plácidamente dormido.
Eran las nueve de la mañana, cuando de pronto, el molesto, incluso ensordecedor martilleo de
unas teclas bailarinas de una vieja máquina de escribir "Olivetti" despertó
Pablo, se levantó de la cama de un salto. Durante muchos años era un sufridor,
víctima de su verdugo escritor.
Habían
hablado del tema muchas veces, de la situación por la que Pablo estaba pasando,
en su día acordaron que cuando el durmiese de día, intentara molestar lo menos
posible o que escribiese a partir de las 3 de la tarde.
Al
principio no hubo problema pero el tiempo paso, y aquello quedo en el olvido, y
Norman rompió el acuerdo, escribía según le venía la inspiración, fuese de día
o de noche o a media tarde.
Aquella mañana, se levantó dispuesto a solventar por una vez el dichoso
problema y esta vez sería para siempre.
Fue
al armario ropero y saco la antigua escopeta de caza de su abuelo, de la canana
saco 2 cartuchos de los que se quedaron de reserva en la última cacería que
hizo con su abuelo, cuando él tan solo contaba con 11 años, él nunca fue
aficionado a la caza.
Metió los 2 cartuchos en la escopeta, y se arrimó a la ventana dejando una
pequeña rendija por la cual poder ver sin ser visto y asustarlo, una vez que se
colocó a modo de franco tirador, cargo la escopeta y le quito el seguro.
Y disparó.... ¡¡¡Pufffffffffff!!! Cuando de pronto, las teclas dejaron de sonar, y acto
seguido se oyó un golpe seco.
Pablo estaba tan nervioso, que solo logro ver la gran humareda violácea que se formó a su alrededor, cuando de pronto vio el cartucho en la recámara de la escopeta, que por suerte no lo mato a él también, en ese mismo instante , una bala perdida mato a Norman en el acto.
El
caso del escritor ausente.
Una
vez, que Vicente termino de cenar, dejando los platos y cubiertos en el fregadero, se dirigió al
salón donde tenía el ordenador de sobremesa, encendió el ordenador, una vez
que salió, el logotipo Windows, pico en documento Word.
Y
salió una página en blanco nuclear, lo único que había con un color negro
intenso, era la barra negra que parpadeaba a la espera de crear letras.
Mientras
pensaba en lo que iba a escribir,
recordó la anécdota del último chisme, que le había contado su amigo Juan, que
hoyó contar en el bar donde estaba tomado su café de todas las tardes.
_
¡Era de un escritor! _ Dijo uno , de los que había en él bar.
_Que estaba en su casa, y su vecino salió al
balcón, con una escopeta, y le pego un tiro porque estaba hartó del constante
repiqueteo de las teclas de la máquina de escribir, el vecino trabajaba de
noche como barrendero, y descansaba de día. Justo a la hora, que se ponía el
escritor a escribir.
_¡¡Oye,
tú… si tú!! , que estas con la página en blanco, no estarás pensando en plagiar la historia ¿verdad?
_
Y hacerla tuya, ¿no? _ Estas mirando a tú alrededor, pero no hay nadie, no te
preocupes, que no estás loco, porque tú me puedes o mejor dicho tú me hoyes.
_
¿No sabes quién soy verdad?
_
No te preocupes, yo te lo cuento.
_Soy el personaje, de una de tus novelas.
Continuara…